LAS ARTES GEOMANTICAS
Los pueblos antiguos compartían un sentimiento de aprecio y armonía con respecto al mundo que les rodeaba. Vivir en armonía con el entorno significaba estar sintonizados con las energías que fluyen del universo y construían viviendas que no deteriorasen el entorno, ni obstaculizasen el flujo de energía de la tierra.
La geomancia es una antigua práctica que se ha dado en todas las culturas tradicionales, en los cinco continentes, y que reúne aspectos de ciencia y arte, en el estudio de las interacciones entre el ser humano y la tierra.
La geomancia significa literalmente «adivinación por la tierra». Según la definición que dieron los misioneros victorianos, que estuvieron en China, es el estudio que tiene que ver con la orientación de los lugares y las relaciones entre ellos, con factores topográficos y astronómicos; un estudio que permite al hombre vivir en armonía con la tierra, mediante la comprensión de las sutiles influencias de cada aspecto del paisaje y del lugar en sí.
Los pueblos antiguos compartían un sentimiento de aprecio y armonía con respecto al mundo que les rodeaba. Vivir en armonía con el entorno significaba estar sintonizados con las energías que fluyen del universo y construían viviendas que no deteriorasen el entorno, ni obstaculizasen el flujo de energía de la tierra.
La geomancia es una antigua práctica que se ha dado en todas las culturas tradicionales, en los cinco continentes, y que reúne aspectos de ciencia y arte, en el estudio de las interacciones entre el ser humano y la tierra.
La geomancia significa literalmente «adivinación por la tierra». Según la definición que dieron los misioneros victorianos, que estuvieron en China, es el estudio que tiene que ver con la orientación de los lugares y las relaciones entre ellos, con factores topográficos y astronómicos; un estudio que permite al hombre vivir en armonía con la tierra, mediante la comprensión de las sutiles influencias de cada aspecto del paisaje y del lugar en sí.
Las bases de la geomancia están desapareciendo como los ríos, los bosques, las montañas, las veredas y otros elementos naturales.
Europa tiene una antigua tradición geomántica, que se pone de manifiesto en las catedrales medievales (muchas levantadas sobre antiguos lugares paganos de poder, como la catedral de Chartres), en las piedras sagradas y en los monumentos megalíticos, como el famoso conjunto de Stonehenge. Si observamos las modernas áreas urbanas de Europa y América, podemos constatar que la geomancia ha sido ignorada y olvidada. Hemos pagado el precio de este olvido con nuestra salud y nuestra paz interior. Hemos dejado atrás esta forma de conocimiento a caballo entre el arte y la ciencia, sin intentar antes entenderla ni integrar su sabiduría.
El mundo ha sido remodelado de acuerdo con los intereses inmediatos del hombre, con escasos miramientos hacia la naturaleza. Hoy en día las ciudades se diseñan siguiendo exclusivamente los principios materialistas. Las montañas se dinamitan y asolan con excavadoras para hacer túneles y autopistas, destruyendo las fronteras naturales.
Los ríos son desviados de sus cauces y la propia tierra se ve saqueada, privada de sus minerales y de gran parte de su poder espiritual. Los tendidos eléctricos convierten los paisajes en una red energética unificada. Las luces eléctricas perturban el ritmo del sueño y anulan la sensibilidad de los individuos.
En las distintas culturas o tradiciones la geomancia ha recibido nombres y enfoques diferentes. En algunos casos se utiliza la astrología como base, y por esta razón, en Occidente, también se la conoce como geoastrología. Se puede decir que donde mejor se ha conservado, como sucedió con otros saberes, es en Oriente. Las tradiciones geománticas orientales mejor conservadas, y conocidas en Occidente, son la tibetana y la china.
La geomancia tibetana es conocida como saché, que significa «examinar el paisaje» (sa designa «tierra, terreno o paisaje» y ché «examinar»). Esta tradición une conceptos de la tradición china y de otras culturas centroasiáticas. Utiliza la astrología tibetana (denominada karché, «examinar las estrellas») como base, ésta es extremadamente compleja, al estar formada por cuatro sistemas astrológicos. La geomancia china es conocida como feng-shui.
Vamos a estudiar más detalladamente estas antiguas ciencias geománticas, en particular el feng-shui, cuya popularidad ha ido creciendo en Occidente en los últimos años. El feng-shui, más que cualquier otra tradición geomántica en el mundo, se conserva todavía relativamente intacto.
En una sociedad polarizada en lo material, agobiada por el estrés, la prisa, el ruido, la contaminación, las relaciones conflictivas y el sedentarismo, vivir de forma equilibrada y armónica parece una utopía inalcanzable. El feng-shui nos da herramientas para crear armonía con nuestro medio. Quizá no podamos cambiar nuestro «macroentorno», pero sí actuar sobre nuestro espacio vital: la casa o el lugar de trabajo. Su esencia es mejorar la relación del ser humano con el espacio.
Con esta práctica se aumentan las posibilidades de bienestar y de éxito en todas las áreas de la vida, propiciando una atmósfera saludable en los diversos campos energéticos del ser humano. El lugar donde se vive es la representación física de las fuerzas que operan en nuestro mundo interno. Cuando decimos que vamos a armonizar el hogar, en realidad, lo que queremos es ponerlo en sintonía con nuestras necesidades naturales, nuestros afectos, proyectos y aspiraciones más profundas.
El feng-shui pretende que la persona viva en armonía con la naturaleza. No importa si afuera reinan el ruido, la tensión, el estrés, el bullicio, la contaminación y el desorden; al entrar en su casa, usted puede encontrar un remanso de paz en el que relajarse y recobrar toda la energía que perdió en la vorágine cotidiana. Se trata de un arte milenario que tiene como propósito lograr la armonía entre las personas y el medio que las rodea.
Para ello recurre al uso de los colores, las formas y la ubicación de los elementos que pueblan los espacios. Su principio básico es canalizar adecuadamente la energía del entorno, con el fin de obtener un equilibrio que redunde en bienestar físico, emocional e intelectual de las personas; trata del modo en que afecta a nuestro bienestar físico, emocional y espiritual el entorno en que vivimos y trabajamos; estudia el movimiento de la energía y del modo en que fluye en las formas. En fin, nos ayuda a entender que nuestras casas son un reflejo de nosotros mismos.
Sus principios y reglas están basados en observaciones y datos estadísticos.
El feng-shui es una de las ciencias chinas que ha penetrado más tardíamente en Occidente. Quizá por su aparente complejidad o por haber sido celosamente guardada y transmitida de maestro a discípulo. Pero actualmente está teniendo un gran desarrollo y difusión en Europa y Estados Unidos, donde ha sido ampliamente utilizada.
El feng-shui debe ser entendido como una filosofía de vida y no como la panacea de todos los males. No es una práctica milagrosa, pero si usted aplica cuidadosamente sus conceptos, hará que su vida mejore
Europa tiene una antigua tradición geomántica, que se pone de manifiesto en las catedrales medievales (muchas levantadas sobre antiguos lugares paganos de poder, como la catedral de Chartres), en las piedras sagradas y en los monumentos megalíticos, como el famoso conjunto de Stonehenge. Si observamos las modernas áreas urbanas de Europa y América, podemos constatar que la geomancia ha sido ignorada y olvidada. Hemos pagado el precio de este olvido con nuestra salud y nuestra paz interior. Hemos dejado atrás esta forma de conocimiento a caballo entre el arte y la ciencia, sin intentar antes entenderla ni integrar su sabiduría.
El mundo ha sido remodelado de acuerdo con los intereses inmediatos del hombre, con escasos miramientos hacia la naturaleza. Hoy en día las ciudades se diseñan siguiendo exclusivamente los principios materialistas. Las montañas se dinamitan y asolan con excavadoras para hacer túneles y autopistas, destruyendo las fronteras naturales.
Los ríos son desviados de sus cauces y la propia tierra se ve saqueada, privada de sus minerales y de gran parte de su poder espiritual. Los tendidos eléctricos convierten los paisajes en una red energética unificada. Las luces eléctricas perturban el ritmo del sueño y anulan la sensibilidad de los individuos.
En las distintas culturas o tradiciones la geomancia ha recibido nombres y enfoques diferentes. En algunos casos se utiliza la astrología como base, y por esta razón, en Occidente, también se la conoce como geoastrología. Se puede decir que donde mejor se ha conservado, como sucedió con otros saberes, es en Oriente. Las tradiciones geománticas orientales mejor conservadas, y conocidas en Occidente, son la tibetana y la china.
La geomancia tibetana es conocida como saché, que significa «examinar el paisaje» (sa designa «tierra, terreno o paisaje» y ché «examinar»). Esta tradición une conceptos de la tradición china y de otras culturas centroasiáticas. Utiliza la astrología tibetana (denominada karché, «examinar las estrellas») como base, ésta es extremadamente compleja, al estar formada por cuatro sistemas astrológicos. La geomancia china es conocida como feng-shui.
Vamos a estudiar más detalladamente estas antiguas ciencias geománticas, en particular el feng-shui, cuya popularidad ha ido creciendo en Occidente en los últimos años. El feng-shui, más que cualquier otra tradición geomántica en el mundo, se conserva todavía relativamente intacto.
En una sociedad polarizada en lo material, agobiada por el estrés, la prisa, el ruido, la contaminación, las relaciones conflictivas y el sedentarismo, vivir de forma equilibrada y armónica parece una utopía inalcanzable. El feng-shui nos da herramientas para crear armonía con nuestro medio. Quizá no podamos cambiar nuestro «macroentorno», pero sí actuar sobre nuestro espacio vital: la casa o el lugar de trabajo. Su esencia es mejorar la relación del ser humano con el espacio.
Con esta práctica se aumentan las posibilidades de bienestar y de éxito en todas las áreas de la vida, propiciando una atmósfera saludable en los diversos campos energéticos del ser humano. El lugar donde se vive es la representación física de las fuerzas que operan en nuestro mundo interno. Cuando decimos que vamos a armonizar el hogar, en realidad, lo que queremos es ponerlo en sintonía con nuestras necesidades naturales, nuestros afectos, proyectos y aspiraciones más profundas.
El feng-shui pretende que la persona viva en armonía con la naturaleza. No importa si afuera reinan el ruido, la tensión, el estrés, el bullicio, la contaminación y el desorden; al entrar en su casa, usted puede encontrar un remanso de paz en el que relajarse y recobrar toda la energía que perdió en la vorágine cotidiana. Se trata de un arte milenario que tiene como propósito lograr la armonía entre las personas y el medio que las rodea.
Para ello recurre al uso de los colores, las formas y la ubicación de los elementos que pueblan los espacios. Su principio básico es canalizar adecuadamente la energía del entorno, con el fin de obtener un equilibrio que redunde en bienestar físico, emocional e intelectual de las personas; trata del modo en que afecta a nuestro bienestar físico, emocional y espiritual el entorno en que vivimos y trabajamos; estudia el movimiento de la energía y del modo en que fluye en las formas. En fin, nos ayuda a entender que nuestras casas son un reflejo de nosotros mismos.
Sus principios y reglas están basados en observaciones y datos estadísticos.
El feng-shui es una de las ciencias chinas que ha penetrado más tardíamente en Occidente. Quizá por su aparente complejidad o por haber sido celosamente guardada y transmitida de maestro a discípulo. Pero actualmente está teniendo un gran desarrollo y difusión en Europa y Estados Unidos, donde ha sido ampliamente utilizada.
El feng-shui debe ser entendido como una filosofía de vida y no como la panacea de todos los males. No es una práctica milagrosa, pero si usted aplica cuidadosamente sus conceptos, hará que su vida mejore
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