*51.- CHEN

51.- CHEN / EL DESPERTAR (Trueno) COMBATE
Chen El Despertar, Trueno
El hexagrama Chen representa al hijo mayor, quien dirige con energía y poder.

EL JUICIO:
"El combate trae éxito. El combate viene -oh, ohl Riendo- ah, ah¡ El combate aterroriza por cien mi­llas y no hay que dejar caer la* cuchara de los sacri­ficios y el, cáliz". El combate proviene de las manifes­taciones de Dios desde las profundidades de la tierra hace temer al hombre, pero es bueno que tema a Dios, su alegría y regocijo pueden venir a continua­ción. Cuando un hombre aprendió de corazón lo que el temor y el temblor significan, está a salvo del te­rror contra hechos extraños. Dejemos que el trueno espante y siembre el temor por cien millas alrededor.
Este hombre permanecerá tranquilo y con espíritu reverente no interrumpirá los ritos del sacrificio. Este es el espíritu que debe animar a los gobernantes de los hombres: una profunda e intrínseca seriedad que los mantenga alejados del terror-.

LA IMAGEN:
"Trueno repetido: la imagen del combate. A través del temor y el temblor el hombre superior pone su vida en orden y se examina a sí mismo", El combate de los truenos acarrea temor y temblor. El hombre supe­rior acoge siempre con reverencia las manifestaciones de Dios; pone su vida en orden y busca en su cora­zón cuál de sus actos puede haber estado en oposición con la secreta voluntad de Dios. En esta reverencia se funda la, verdadera civilización.

LAS LINEAS:
Nueve en la base significa: "El combate viene --,oh, oh, ¡Siguen las risas -ah, ah! Buena fortuna".
El temor y temblor engendrados por un combate hacen que el individuo comience por sentirse colocado en desventaja en relación a los demás. Pero esto es sólo transitorio. Cuando la ordalía está superada experi­menta alivio y el terror que tuvo lo fortifica y finalmente le trae buena fortuna.
Seis en el segundo lugar significa: "El combate viene trayendo peligro. Cien mil veces perdiste tus teso­ros y debes trepar las nueve colinas. No los persigo. Después de siete días volverán otra vez"
Pinta una situación en que el combate trae dato al hombre y provoca grandes pérdidas. La resistencia puede resultar contraria a las tendencias de la época y constituir la razón de no poder triunfar. Basta simplemente, con retraerse a cumbres inaccesibles al peligro: Hay que aceptar las pérdidas sin lamentarse demasiado. Cuan­do la época del combate y conmoción que le arrebató sus posesiones pasa podrá recuperarlas sin necesidad de perseguirlas.
Seis en el tercer lugar significa: "El combate viene y lo hace enloquecer. Si el combate espolea a la ac­ción permanecerá libre de desgracia".
Hay tres tipos de combate, el combate del cielo, el trueno; el desafío del destino y finalmente el desafío del corazón. El hexagrama se refiere esencialmente al desafío del destino. En esos tiempos es fácil perderla presencia de ánimo; el hombre desperdicia oportunidades para ac­tuar y deja que el destino siga su curso. Pero si los desafíos del destino lo inducen a la acción podrá supe­rar todos esos obstáculos externos con un esfuerzo mí­nimo.
Nueve en el cuarto lugar significa: "El combate está empantanado".
El movimiento con expectativas de éxi­to depende parcialmente de las circunstancias. Si se trata de una resistencia que puede ser vigorosamente combatida -por ejemplo si todo aparece tan inerte co­mo el barro- el movimiento fracasa.
Seis en el quinto lugar significa: "El combate va de aquí para allá. Peligro. Sin embargo, al final nada se ha perdido y todavía hay cosas para ser hechas".
No se trata de una sola batalla sino de muchas. Sin embar­go los combates no causan pérdidas porque se tiene cuidado de permanecer al centro del movimiento y dé esta manera le será evitado por el destino quedar sin auxilio.
Seis en la cima significa: "El combate trae ruina y aterroriza alrededor. Ponerse a la cabeza trae desgra­cia".
Si todavía no ha sido tocado nuestro propio cuer­po, sino que primero alcanzó al vecino, no hay repro­ches. 'Los compañeros tienen algo que decir. Cuando la batalla interior se encuentra en su apogeo quita al hombre su reflexión y claridad de visión. En tal estado, es imposible actuar con presencia de ánimo:
Lo mejor es mantenerse quieto hasta que la compostura y la claridad retornen. Pero esta puede hacerlo el hombre Sólo cuando todavía la agitación no lo ha cogido, aun­que ya sus efectos desastrosos puedan verse a su al­rededor. Si sale del asunto a tiempo permanecerá li­bre de errores o reproches. Pero sus camaradas, que no podrán observarlo mucho tiempo sin amonestarlo, podrán en su excitación disgustarse con él. No debe hacerles caso.

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